Nos levantamos sobre las 8 de la mañana y dimos una vuelta por la zona donde estábamos alojados. Es curioso ver el contraste que te encuentras en la ciudad. Tienes rascacielos de 80 plantas pegados a chabolas de madera, que parece que se vayan a desmontar de un momento a otro dónde las ratas pasean tanquilamente. Todos los coches incluso los camiones son híbridos, pero en cambio no tienen ni cinturones en la parte de atrás. Les va bastante el “tunning” , sobretodo a los taxistas, pero un “tunning” peculiar, neones de colores y flashes, mezclados con ofrendas a los budas. Queda realmente extraño. Hablando de taxistas, se me olvidó comentaros que hay moto-taxis, aun más baratas que los taxis pero con el peligro correspondiente al tráfico de Bangkok, que es un caos. Lógicamente solo puedes ir tú con el conductor.
Después de hacer la vuelta de reconocimiento, nos fuimos directos al centro de la ciudad, concretamente al centro comercial MBK. Eso es otra locura. Un edificio rollo “El Corte Ingles” de 6 plantas, dónde todo son tiendas y venden de todo a precio de risa. Por vender, venden hasta copias de software ilegal en las mismas tiendas a lo “top manta“, como si no pasara nada.
Centro comercial MBK.
La primera, segunda y tercera planta están dedicadas a la ropa, complementos, zapatos, etc… La tercera planta únicamente a móviles, electrónica y consolas. La cuarta planta cosas de decoración, souvenirs, etc… Y la última planta para restaurantes, bares, etc… Has de organizarte muy bien si quieres verlo todo porque realmente necesitas horas. Cuando crees que has llegado al final de una planta, andas un poco más y te encuentras con otro pasillo que parece que no acabe nunca. Los precios no están tan inflados como en los mercadillos, así que no será tan fácil regatear, pero puedes comprar igual de barato. Ves tantas cosas y tan baratas, que has de controlarte, pero luego siempre acabas pensando: “Tenía que haber pillado más cosas...”.
Volviendo al hotel quisimos dar un paseo e indagar un poco, no se como lo hicimos pero acabamos en un mercado donde el olor era insoportable, pasaba una riera por al lado y tenían docenas de gallinas vivas amontonadas en jaulas por todos los lados. Había trozos donde las jaulas se juntaban tanto, que casi no podías pasar entre ellas. Realmente no había nada apetecible para comprar, todo tenía una pinta chunguísima. Supongo que sería un mercado dónde va a comprar la gente de a pie porque no era nada turístico. Intentamos salir de ese meollo, para nada recomendable, lo antes posible.
Una vez en el hotel, ya solo nos quedaba recoger las cosas, despedirnos de Bangkok y dirigirnos al aeropuerto, para finalmente coger nuestro último vuelo hacia Perth, Australia…
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